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"Paz", "reconciliación" y "verdad" fueron algunas de las palabras que predominaron en los discursos del papa durante su periplo en el país.

"Paz", "reconciliación" y "verdad" fueron algunas de las palabras que predominaron en los discursos del papa durante su periplo en el país. | Foto: ElColombiano.com

Publicado 11 septiembre 2017



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"Santo padre, hoy Colombia es un mejor país después de su visita" dijo el presidente Juan Manuel Santos en su despedida al papa Francisco, tras su paso por el país cafetero. ¿Pero qué tanto representan para el pueblo colombiano las palabras del  mandatario?. 

En su visita papal, el máximo pontífice de la iglesia católica recorrió las ciudades de Bogotá, Medellín, Villavicencio y Cartagena de Indias; arribando el miércoles 6 y volando a Roma el domingo 10 de septiembre: cinco días que marcaron la agenda social de Colombia, en pleno proceso para conciliar la anhelada paz de un país marcado por la violencia, el narcotráfico y la persecusión a líderes sociales. 

El NO a la paz

El 2 de octubre de 2016, Colombia se sometió a un plebiscito para aprobar o desaprobar los acuerdos de paz entre el Gobierno y la entonces guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia y Ejército del Pueblo, FARC-EP.

Con un 50,22% la sociedad colombiana dijo "No" a la paz. Un golpe que evidenció las divisiones dentro del país y que dejó hacia el exterior, la imagen de una nación herida y sin voluntades. 

Sin embargo, la visita del papa pareció ser el corolario a los frutos de los diálogos sostenidos durante 2017, sumado al reciente nacimiento del partido político Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC), que marca el fin definitivo de la guerrilla colombiana, asumiendo un nuevo rol de participación democrática.

"Paz", "reconciliación" y "verdad" fueron algunas de las palabras que predominaron en los discursos del papa durante su periplo en el país, al tiempo que llamó insistentemente a "rechazar la violencia" y a "no tener miedo", estableciendo un concepto único que determinó el resumen de su visita: La esperanza. Idea que fue también compartida por los ciudadanos y por los distintos sectores sociales del país.

Lorenza Pérez

La casa de Lorenza Pérez, líder social de 70 años -que hace 52 trabaja en su barrio, San Francisco de Cartagena, generando espacios comunitarios y de ayuda social- fue la única vivienda de familia visitada por el papa.

En el encuentro, la mujer no sólo le contó del trabajo que realiza con niños de escasos recursos a los que diariamente les prepara y sirve comida, sino que también fue la protagonista de uno de los momentos más recordados por los colombianos, al asistir al pontífice de manera voluntaria e imprevista, luego de notar una herida que Francisco se había hecho durante la jornada. 

Lorenza puso hielo en el pómulo del papa y luego buscó una apósito adhesivo para contener el pequeño sangramiento del corte en la ceja. El acto, tan natural como sencillo, fue celebrado por los usuarios de redes sociales, quienes lo sindicaron como el momento más representativo del pueblo de Colombia: pese a la miseria de un barrio como San Francisco, y a los conflictos sociales que aquejan a sus habitantes, hay ánimo y voluntad para un gesto humano.

"Nunca pensé que un papa pudiera venir a un barrio tan humilde, tan desordenado, tan rechazado. Cuando damos amor, tenemos amor" declaró la mujer a los medios locales sobre su encuentro con el pontífice.

Este sentimiento de reciprocidad expresado por Lorenza Pérez, alcanzó de manera transversal a la mayoría de la sociedad colombiana, quienes a través de las redes sociales despidieron al papa con sentimientos de optimismo y esperanza, volviendo a tomar fuerzas para sumar voluntades y alcanzar la paz.

Sentimientos de certidumbre, convicción y voluntad que también expresaron los distintos sectores políticos del país. Uno de ellos fue el firmante de paz y líder del partido político FARC, Rodrigo Londoño. 

Asimismo lo expresó también el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, en su cuenta de Twitter. 

El sangramiento de un país no puede sanarse con un apósito adhesivo como el que Lorenza otorgó al papa; tampoco basta con meras palabras.

Sin duda el paso del papa por el país dejó un hálito de fuerza, de voluntad y de recobramiento de energía y fe, que sus ciudadanos esperan que no sólo permanezca sino también se retroalimente y pueda comenzar a cimentarse una Colombia en que las cifras de dirigentes sociales asesinados se detenga, en que la desigualdad entre la miseria de los barrios y los sectores más ricos se erradique, en que se prevenga y castigue la corrpución, la violencia del narcotráfico y el paramilitarismo, en que se proteja a la mujer y se condene la violencia de género.

Una Colombia que logre garantizar el anhelo y las demandas de su propio pueblo, mundialmente conocido por su alegría, tesón y bondad.


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