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Ante el desagravio del gobierno argentino, Venezuela expresó que: "Los gigantes del sur no pensaron en Unasur como una empresa. Unasur (...) es el poder político al servicio de los pueblos".

Ante el desagravio del gobierno argentino, Venezuela expresó que: "Los gigantes del sur no pensaron en Unasur como una empresa. Unasur (...) es el poder político al servicio de los pueblos". | Foto: @unasur

Publicado 8 diciembre 2017



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El 8 de diciembre de 2004 se creó la Comunidad Suramericana de Naciones (CSN), que posteriormente se convertiría en la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur). 

El organismo internacional integra a los doce países de América del Sur: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Guayana, Paraguay, Perú, Surinam, Uruguay y Venezuela. 

Fue creado con el objetivo de construir un espacio de integración y unión en los ámbitos de lo cultural, social, económico y político entre todos sus países miembros. 

En una acción cuestionada por el gobierno venezolano e irrespetando los estatus del organismo, Susana Malcorra, representante argentina, asumió de manera unilateral la presidencia del bloque, a lo que la entonces canciller venezolana Delcy Rodríguez respondió: 

"Respetamos las diferencias políticas e ideológicas que podamos tener con otros países, pero rechazo las acciones de la canciller de Argentina cuando pretendió realizar un acto de auto-entrega de la presidencia del bloque".  

Después de esto y, a menos de una semana de haber asumido sus funciones, la administración de Mauricio Macri expresó que desde la presidencia de Unasur trabajaría para poner freno a la "crisis" que enfrenta Venezuela. 


La estrategia es la división 

En abril, el gobierno de Argentina asumió la presidencia pro tempore de la organización, dejando entrever en el comunicado oficial que trabajaría por "hacer volver a las bases de la idea original de la Unasur".

De acuerdo al investigador argentino Javier Tolcachier, el contenido de esta declaración evidencia el plan de regresión regional que tiene el gobierno argentino de Mauricio Macri en coordinación con los gobiernos de otros siete países de América del Sur, que apuestan al retorno de la receta neoliberal.

"Perú, Colombia, Uruguay, Paraguay, Chile, el ilegítimo interinato de Temer en Brasil (...). Dicha composición, augura severas amenazas en el corto plazo", selañó Tolcachier.

El analista aseguró que "Argentina, en la continuidad de su papel de lacayo del mandato neocolonial, intentará extirpar la esencia emancipadora del organismo (Unasur)", procurando, en articulación con la Organización de Estados Americanos (OEA), crear un cerco diplomático contra Venezuela, "para luego ocuparse de borrar toda traza de humanismo en el continente acosando a Bolivia y a la Revolución Ciudadana en Ecuador". 

El investigador sostiene la tesis de que este bloque maneja dos elementos sobre los que el Gobierno de Macri pretende apoyarse: 

1. La elección de un nuevo secretario general de la organización, "cuyo perfil coincida con el cometido desintegrador". Tolcachier sostiene que la propuesta argentina se centra en José Octavio Bordón, quien tiene relación con la OEA y tuvo un papel de enviado especial por la organización durante el golpe de Estado en Honduras. 

Sobre esto,  Tolcachier advirtió que Venezuela ya ha anticipado su posición, señalando que el accionar de Bordón podría semejarse a la actuación del actual secretario de la OEA, Luis Almagro. 

2. Por otro lado, en caso de que continúe vacante la Secretaría General, "la Unasur continuará con los planes de sus respectivos consejos, pero quedará políticamente inerte para profundizar su integración soberana en defensa de los intereses genuinamente populares como la ampliación de la lucha contra la pobreza, la cobertura de las necesidades de educación, salud y vivienda".

El investigador aseguró que esa "parálisis" inhibiría al organismo de actuar en la arena internacional "como aliado incondicional del multilateralismo emergente, lo cual por supuesto, será funcional a los intereses de los países centrales, sobre todo, de los Estados Unidos". 

Tolcachier indicó que "la genuina integración quedará congelada" hasta que los signos políticos de cada país mejoren, "retornando a la senda de la inclusión y el progreso para todos", camino en el que los movimientos y organizaciones sociales tienen un rol crucial. 

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