(Nagasaki, Japón / 09 agosto 2015). En la conmemoración de los 70 años del bombardeo atómico de esta ciudad mártir, llamó la atención el mural de 70 metros de largo “Plegaria por la Paz: La Guernica de los Niños” realizado por 400 escolares, que adorna la orilla del rio Shimonokawa en el sitio donde éste bordea el Parque del Epicentro de la explosión del 9 de agosto de 1945.
El mural, realizado por alumnos de una escuela primaria y siete secundarias, algunos de ellos provenientes de países en conflicto, da una visión del pasado, presente y futuro de la Humanidad, y en la mitad se destaca una versión en colores del famoso cuadro de Pablo Picasso.
Así los niños de Nagasaki asocian la crueldad del bombardeo aéreo de la población civil, ya sea por la Fuerza Aérea de los Estados Unidos o la “Legión Cóndor” nazi al servicio del genocida Franco, sin que importe el número de víctimas, el año o el país donde un tal crimen de guerra se comete. Y efectivamente, las víctimas inocentes de la barbarie militar tienen un mismo rostro y un mismo dolor, ya sean del pueblo japonés o del sufrido pueblo vasco.
Como lo expresara el desaparecido poeta venezolano Andrés Eloy Blanco en “Los Hijos Infinitos”, no se trata de estrategia o política sino de:
“(…) los millones de hijos con que las tierras lloran,
con que las madres ríen, con que los mundos sueñan,
los que Paul Fort quería con las manos unidas
para que el mundo fuera la canción de una rueda,
los que el Hombre de Estado, que tiene un lindo niño,
quiere con Dios adentro y las tripas afuera,
los que escaparon de Herodes para caer en Hiroshima
entreabiertos los ojos, como los niños de la guerra,
porque basta para que salga toda la luz de un niño
una rendija china o una mirada japonesa.