Imperio, Militarización y Violencia | Blog | teleSUR
18 marzo 2015
Imperio, Militarización y Violencia

La reacción de los países latinoamericanos frente a la agresión imperialista contra Venezuela da lugar a esperar un nivel importante de resistencia regional ante las amenazas reales de una conflagración en nuestro territorio. Sin embargo, no podemos obviar el hecho de que siempre es desventajoso para nosotros el tipo de relaciones uno-a-uno que maneja cada uno de nuestros países con los Estados Unidos, lo que nos hace siempre vulnerables.

Imperio, Militarización y Violencia

La respuesta como bloque continental no es previsible, aunque en términos de diplomacia todavía podamos ponernos de acuerdo. Falta mucho camino por recorrer a la hora de “poner los pies sobre la tierra”, y la derecha todavía cuenta con feudos importantes en nuestro continente, que actúan como portaviones del militarismo cavernario del régimen neocolonial de los Estados Unidos.

La posición de los países miembros del ALBA ha sido lo que podíamos esperar, firme y consecuente con la posibilidad de recurrir a todos los medios posibles por preservar la paz. Aquí es donde los pueblos juegan un papel fundamental, pues el costo de la paz es siempre elevado, y la misma no es conveniente en ningún momento al centro hegemónico mundial.

Basta como prueba de este argumento la cantidad de frentes de violencia que tiene abiertos hoy día el imperio, en los que se enfrentan a países, promocionan y patrocinan la violencia o enfrentan enemigos invisibles, que muchas veces son manejados por ellos mismos. Si la situación de Ucrania, Irán, Siria, Palestina, Libia, Egipto, Irak y Afganistán son pruebas de la barbarie con que se lucha por la imposición de la “verdad única”, no menos sangrientos son otros escenarios como México y Honduras, donde los regímenes actuales se han prestado para una militarización absoluta a costa de los más elevados índices de violencia del mundo.

La violencia contra los pueblos es un negocio multiplicado exponencialmente durante este siglo XXI; la guerra permanente impuesta como una visión del mundo empeñada en liquidar los pueblos, su cultura, su historia, su arte, todo lo que les da sentido de ser a nuestras sociedades. Y qué decir de la maquinaria ideológica que nos hace ver la historia en cortos episodios, desconectados uno del otro y desvinculados de nuestra realidad. De repente, en un día cualquiera, el enemigo de todos decide que lloverán bombas sobre hombres, mujeres y niños, que serán borrados de la faz de la tierra.

El Golpe de Estado continuado que ha sufrido Venezuela se remonta hasta abril de 2002; desde aquel entonces la maquinaria conspiradora del imperio (no del gobierno de los Estados Unidos que no es más que un ejecutor que cambia cada cuatro años), no ha descansado ni un segundo en su agresión virulenta e irracional contra nuestros pueblos. Si la cuota de sangre pagada por los latinoamericanos bajo las dictaduras de los 60, 70 y 80 fue elevada, el costo de la seudo democracia posterior ha sido y sigue siendo infinitamente más elevada.

Existe una conexión directa entre el Golpe de Estado Militar en Honduras en junio de 2009, y lo que hoy sucede en Brasil, en Argentina, en Venezuela. La remilitarización de este pequeño país centroamericano solo es una muestra de la disposición geoestratégica que adopta la política imperial de cara a las décadas siguientes. Esa remilitarización está costando miles de vidas en este país centroamericano, mientras suenan los tambores guerreristas contra la patria de Bolívar. ¿Cuantos frentes de batalla nos está abriendo hoy el imperio en este continente?

Importante subrayar la idea que tratan de implantar los medios transnacionales y oligárquicos de que existen dos realidades; una en la que Cuba se presta a restablecer sus vínculos con la fuente de los males, y la otra el castigo “divino” que merecen los “impertinentes” venezolanos. Esta otra guerra, la psicológica que expone a nuestros pueblos a rumores y mentiras cada segundo de la vida, abre otro frente de batalla al cual nos enfrentamos todos los días.

Esta guerra mediática, de manera imperceptible es fundamental para la militarización de nuestras sociedades, que dentro del esquema de lucha planteado por el enemigo debe ser sometida a un estado permanente de terror, una sensación de impotencia que inmoviliza, y hace sentir a nuestras sociedades indefensas frente a una amenaza que no ven, que no entienden. En este escenario, ellos pueden inventar dos realidades paralelas, que nos llevan a olvidar quienes somos y a adoptar una visión apocalíptica y fundamentalista que nos expone ante el bien y el mal, dos conceptos relativos que nunca racionalizamos.

La estrategia de militarizar todos los ámbitos de la vida cotidiana, donde la violencia está presente a cada instante (los delincuentes pueden perfectamente aprender las más refinadas técnicas de violencia en la televisión o en Internet), es un tema muy importante, no solo porque representa una amenaza concreta a nuestro futuro, sino porque nos reduce a creer de una manera muy sistemática en el “destino manifiesto”.

Lo mas grave de esta desmilitarización, si somos capaces de contextualizar nuestra historia, es la despolitización absoluta de las luchas populares, y la peligrosa estigmatización de toda forma de organización del pueblo; hoy todo se puede justificar dentro del marco de la lucha contra el crimen organizado, el narco tráfico, etc. Sobran los enemigos, como hemos dicho antes, muchas veces fabricados deliberadamente.

A modo de resumen, queda claro que la agresión contra Venezuela, la desestabilización en Brasil y Argentina, los Golpes de Estado, todos ellos viejos métodos en el “menú” guerrerista del imperio están conectados directamente con la acelerada militarización de nuestra región, y con la proliferación de “guerras” no convencionales manejadas directamente por las Fuerzas Armadas de Estados Unidos.

Parece que esto debería ser razón suficiente para que la próxima Cumbre de las Américas fuera el escenario en el que los gobiernos de nuestros países exigieran el fin del militarismo en toda nuestra región; en esa reunión estará la persona que puede portar ese mensaje. Por otro lado, la paz luce difícil, mientras este flagelo siga presente en todo este continente.


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