EE.UU.-UE: acuerdos con reglas secretas | Blog | teleSUR
11 septiembre 2015
EE.UU.-UE: acuerdos con reglas secretas

En una oportunidad anterior escribimos que el mundo está asolado por acuerdos y tratados de los cuales se desconocen sus alcances, escondidos tras las siglas TTIP, TISA, CETA, AAE, en tanto el común denominador de la información es el ser escasa, cuando existe. La Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (TTIP, en inglés) es un caso, y mientras la Casa Blanca la estima complementaria del Acuerdo Estratégico TransPacífico de Asociación Económica, la Unión Europea (UE) recibe los anatemas por el secreto de las negociaciones que ignoran la opinión pública. Idénticos interrogantes tiene el público con el TISA -sobre comercio de servicios- del que se ha oído más; el CETA, entre la UE y Canadá, o el menos conocido aún del AAE, de los mismos europeos con África subsahariana y pequeñas islas del Pacífico.

Un manifestante escribe en un cartel en una manifestación contra el Tratado de Libre Comercio TTIP prevista entre la Unión Europea y los EE.UU. , en Berlín , Alemania.

La orden original para el despliegue de los acuerdos partió de la Organización Mundial de Comercio (OMC) al ser creada en 1994 y se asienta en la liberalización del comercio mundial. La parálisis en la institución llevaron a Estados Unidos (EE.UU.) y la UE a buscar tratados de libre comercio (TLC).

Con los votos mayoritariamente favorables en el Parlamento Europeo de la derecha y la socialdemocracia -en contra, el Grupo Parlamentario de la Izquierda Unitaria/Izquierda Verde Nórdica-, se inició el proceso concertador con Washington.

El TTIP negocia sus reglas desde junio de 2013, alternativamente, en Bruselas y Washington -dividido en 15 grupos que estudian áreas específicas-, siendo los ítems más debatidos de las normas que lo regirían, las europeas acerca de importaciones de alimentos transgénicos y sus relativamente medidas libérrimas del sector financiero, en supuesta oposición a las estadunidenses (Ley Dodd-Frank).

El economista español Ramón Boixadera i Bosch sostiene que "El secretismo es una demanda que viene directamente de los negociadores estadunidenses, que quieren mantener sus exigencias en la más pura y estricta opacidad (…); pero también de la propia Comisión (Europea), que por supuesto quiere mantener en secreto los aspectos más polémicos de este tratado, porque sabe que, de confirmarse su apuesta por una desregulación masiva de la protección al consumidor, habría una oposición mucho mayor a la que ya está teniendo el tratado."

Los actores de las negociaciones esperan finalizarlas este 2015 para que sean remitidas, consideradas y aprobadas por los poderes de las partes.

Las empresas multinacionales exhibieron su músculo cuando 269 lobbies del sector privado fueron consultados durante las negociaciones, según Corporate Europe Observatory.Lo que caracteriza en común a este tipo de acuerdos es la extinción de barreras arancelarias sobre el comercio entre los contratantes; en el caso del TTIP lo identifica la suscripción de un tratado entre partes -en general- similares en lo económico, diferenciándose de otros en los que la normativa beneficia a uno de los firmantes. Sin embargo,aquí de todas formas habrán perdedores: los trabajadores.

Si tomamos en consideración que la suma de las partes de ese concilio agrupa más de 800 millones de personas, medio PIB del mundo y casi un tercio del comercio internacional, podemos imaginar el impacto sobre otros países -incluido el incipiente grupo de los “emergentes” (BRICS), que amenazan la hegemonía futura de EE.UU. y de la UE- y que, además, un entendimiento como el que nos ocupa superaría el estancamiento en la OMC, concluiremos que de lo que se trata es de implantar en el mundo el libre comercio. La ejecutiva Comisión Europea admite que el factible mayor comercio de EE.UU. produciría un movimiento de reestructuración europeo en sectores de carnes, fertilizantes, bioetanol y azúcar; transporte, áreas metal-mecánica, maderera y papelera; servicios a negocios, personales y de comunicaciones.

En cuestión jurídica, el acuerdo limita la potestad regulatoria de los estados, -en lo referido a inversión internacional- al incorporar que el arbitraje en los contenciosos entre gobiernos e inversores se puedan ventilar en tribunales internacionales en caso de que sus políticas dañen los intereses corporativos: (ISDS; en inglés: Investor-State Dispute Settlement).

Una opinión -ni imparcial ni desinteresada- fue expresada la semana pasada en el portal ruso Svobodnaya Pressa, por el primer ministro de Crimea, Serguéi Aksiónov, según la cual si el TTIP se aprueba, la economía de EE.UU. que es más poderosa, "se tragaría a sus competidores europeos, en el sector de alta tecnología" y en la agricultura "los europeos no podrán competir con los agricultores de Iowa en el mercado del grano". Agrega, que “los procesos se parecerán a los problemas actuales de la UE, cuando las potencias económicamente fuertes como Alemania y Francia dominan a los países relativamente débiles como Grecia o España. Esta dominación mantiene la subordinación de los débiles y bloquea su desarrollo independiente. En la 'pareja' formada por EE.UU. y la UE, Europa será la más débil", sostiene. Debe tenerse lo anterior como una primera reacción política de Rusia.

CABALLO DE TROYA

A manera de primera conclusión hay que decir que el TTIP acota sensiblemente las capacidades de los estados, incorpora en contrataciones y compras públicas seguros de dejar abierta la competición desregulada internacional. Para Europa significa acabar con las medidas en favor de la contratación pública prioritaria de empresas nacionales. Quienes consideran beneficioso un acuerdo con estos contenidos, rechazan que el mismo pueda ser una “constitución para las multinacionales” o un “caballo de Troya” que defina un orden legal por encima de derechos sociales y medioambientales, pero no pueden negar que en Europa esas garantías están más desarrolladas que en Estados Unidos. 


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Perfil del Bloguero
Periodista uruguayo que en Montevideo trabajó en CX 8 - Radio Sarandí (1972-76). En el exilio (1976-19859 escribió en El Día, México; El Nuevo Diario de Nicaragua y Agencia Nueva Nicaragua (1983-90). Asimismo, en México lo ha hecho en Novedades, La Jornada y Aldea Global de México (1998-2014). En la actualidad, escribe regularmente en Uruguay para el Semanario Voces.



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