En vista de alguna de las acciones ejecutadas en Nuestra América por las derechas, el Grupo de Frenteamplistas en México por la Izquierda entiende necesario exponer su punto de vista.

Mientras que en el sistema capitalista Latinoamérica adquirió una incipiente proyección económica y política que preocupa a Estados Unidos -siente que se debilita su estatuto dominante en parte del llamado "Hemisferio Occidental- las derechas vernáculas en connivencia con las agencias del gobierno de los EE.UU., han emprendido una agresiva campaña para generar una visión negativa en el público, acerca de las acciones que vienen desarrollando los gobiernos progresistas y/o de  izquierda. Para ello  han implementados una agresiva y coordinada estrategia comunicacional, valiéndose del dominio que ejercen las empresas mediáticas que dominan el espectro, para un día sí y otro también, desprestigiar, criticar o minimizar a los gobiernos y sus funcionarios.

El supuesto en que se asienta dicha estrategia, es la no existencia –entre los receptores de mensajes- de un conocimiento cercano de la realidad que impera en estos países, ni del papel que juegan y a qué intereses sirven estos medios de comunicación. Por otra parte, la capacidad de penetración de estos medios con  sus recursos, los hacen difíciles de contrarrestar, lo que les permite imponer sus criterios y moldear a buena parte de la opinión pública.

De la batería de elementos recurrentes a que apelan las organizaciones de la derecha, incluyen la falsa opción de lo que llaman "libertad informativa", que no es otra cosa que una ilusoria posibilidad que está bajo control de los consorcios dominantes de capital local ligados al mundo financiero internacional. En el caso, una de ellas es la que agrupa medios de prensa, la GDA, reproductora de los lineamientos de la sociedad empresarial SIP.

La estrategia de la burguesía incorpora a su arsenal el ataque sistemático a las propuestas y las prácticas de los gobiernos progresistas, constituyéndose en elemento fundamental y cotidiano que intenta desactivar el apoyo alcanzado por quienes han emprendido una vía política diferente a las tradiciones que se forjaron y alinearon en los “patios traseros”.

Con razón se afirma que “ (…) Si no pueden encontrarse pruebas que confirmen las denuncias, pueden crearse hechos que, ante una opinión pública pasmada y desconcertada, hagan parecer culpables a quienes no lo son”.

Es inevitable que al referir estas cuestiones, salte como ejemplo palpable el nombre de Mauricio Macri,  con la reinstalación de la derecha en el gobierno de Argentina: sus atropellados deseos pasan por sumar mayores poderes a dueños de empresas agropecuarias, a exportadores, a instituciones bancarias, a medios de comunicación masiva que lo apoyaron en la campaña comicial; devaluar, privatizar servicios esenciales del Estado, proclamar un "eficientismo laboral" anclado en despidos y acotamiento de los poderes adquisitivos; agradar a sectores del capitalismo central negociando con los "fondos buitre" y atacar todo aquello que con sacrificios las grandes mayorías habían conseguido de autoridades populares, al mismo tiempo que él y quienes solventan su administración intentan acabar con Cristina Fernández y su entorno.

Lo anterior tiene igual validez referida –a modo de ejemplo- a Bolivia o a Brasil, al presidente Evo Morales o al ex mandatario Lula da Silva.

El último acto al que asistimos indica que la influencia de un instrumento de la oligarquía brasileña –la empresa multimedios Globo-, consiguió la complicidad de un juez para ordenar la detención y presentación del ex presidente Lula, acto innecesario contra quien nunca se negó a concurrir a un citatorio judicial.

Al debilitamiento del proceso democrático y en abono de la percepción de desestabilización institucional generada con el propósito prolongado y persistente de derribar a Dilma Rousseff, se suma la tentativa de reducir a niveles insignificantes al Partido de los Trabajadores (PT) y a su líder. Alguien a quien no se tiene como progresista, Ernesto Samper, expresó solidaridad personal con Lula “sometido a un linchamiento mediático” y, como secretario general de la Unasur, exigió “garantías de un debido proceso legal”.

La derecha brasileña, tras su último fracaso comicial, intenta acceder al gobierno de cualquier forma (impeachment o golpe judicial), anulando para ello la voluntad expresada en las urnas, algo como lo que ocurrió en Honduras y en Paraguay.

Debe anotarse que en el caso de Brasil un sondeo sobre más de 15 mil cuestionarios resultó contrario a las acciones impulsadas por la oligarquía: 57% de los entrevistados declararon su apoyo a Lula y 63% señalaron haber visto la entrevista del ex presidente en la sede del PT en São Paulo.

En la inteligencia que la derecha repetirá estos actos contra las fuerzas progresistas o de izquierda; que las mismas se practicarán sobre gobiernos o fuerzas aspirantes a serlo, expresamos este punto de vista con la pretensión de servir de advertencia.

Asimismo, en idéntico sentido hacemos extensiva esta declaración a las organizaciones fraternas que quieran adherir a la misma.

Ciudad de México, marzo de 2016.-