La primera acción en este sentido fue la cancelación del aeropuerto de Texcoco. Este hecho arrebató de un tirón a la derecha una inmensa fuente de recursos económicos.
El segundo gran golpe fue el combate al robo de combustibles, el llamado huachicoleo, negocio sucio y ganancias enormes hoy en extinción.
También representó un duro golpe a la derecha la prohibición constitucional de las condonaciones fiscales. Y de la mano de esta medida apareció el combate a la evasión fiscal de grandes y poderosas empresas.
Igualmente en materia fiscal el obradorismo asestó otro duro golpe a la derecha con la persecución penal de la emisión de facturas falsas. Un gigantesco entramado que proveía de miles y miles de millones de pesos a vastos sectores de esa derecha delincuencial.
El combate al horrendo negocio del tráfico de personas representó asimismo una pérdida multimillonaria para organizadores y explotadores de la migración internacional indocumentada. Coyotes y caravaneros no pueden estar contentos con la pérdida de esos ilegales e inmorales ingresos.
La negativa del obradorismo a realizar con dinero público nuevos rescates de bancos y otras empresas quebradas ha sido también un muy duro golpe a la derecha. Como lo ha sido igualmente la cancelación de los cientos de fideicomisos que servían para desviar recursos públicos a manos privadas. Robos a la nación con disfraz de causa noble que afortunadamente han llegado a su fin.
En la lista de golpes económicos a la derecha debe incluirse el retorno del sector eléctrico a la propiedad del Estado. Se acabaron los grandes negocios privados con la explotación y venta del fluido eléctrico de propiedad nacional.
Y el obradorismo está cerca de concretar el desmantelamiento del entramado jurídico que da sustento a la existencia de los llamados órganos autónomos, otra forma, con disfraz de nobleza, de transferir, sin justificación alguna, dinero público a manos privadas.
Mermar el poder económico de la derecha ha generado, como era esperable, el encono de la oligarquía y de sus voceros contra el presidente. Pero, en contrapartida, ha hecho crecer el respaldo popular a López Obrador y al obradorismo.