Putin y la Guerra Fría 2.0 | Blog | teleSUR
19 junio 2017
Putin y la Guerra Fría 2.0

La irrupción mediática de Edward Snowden, ex-técnico de Booz Allen, sub-contrata de la CIA, confesando ser el autor material de las filtraciones a The New York Times y The Guardian sobre el programa PRISM (espionaje de las telecomunicaciones a cargo de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA), habría desatado todas las alarmas en la CIA ante el peligro evidente de destapar los secretos inconfesables de los sótanos secretos del establishment. Putin habría jugado con maestría sus bazas y tras conceder a Snowden el asilo temporal, apareció ante el Mundo como adalid de la defensa de los Derechos Humanos, (diluyendo de paso su imagen de represor en el conflicto checheno), aunque consciente de la nueva dinámica acción-reacción propia de escenarios de Guerra Fría en la que verán envueltas las relaciones ruso-estadounidenses a partir de este momento (Guerra Fría 2.0).

 Putin y la Guerra Fría 2.0

La guerra híbrida como elemento diferencial de la Guerra Fría 2.0

La nueva doctrina geoestratégica conocida como “Guerra Híbrida” sería atribuible al Jefe de Estado Mayor de las FF.AA. Rusas, Valery Gerasimov quien afirmó que “cada vez es más frecuente que se dé prioridad a un uso conjunto de medidas de carácter no militar, políticas, económicas, informativas y de otro tipo que estarían sustentadas en la fuerza militar. Son los llamados métodos híbridos”, concepto que se habría puesto en práctica por primera vez con ocasión de las recientes Elecciones Presidenciales en EE.UU. Así, en la web de investigación “Mother Jones” apareció una versión reducida del informe de los servicios de inteligencia de EE.UU. en el que acusaban directamente al Gobierno de Putin de estar detrás de “supuestos ataques cibernéticos de hackers rusos para desequilibrar la campaña electoral de Hilary Clinton e inclinar la balanza a favor del supuesto submarino ruso, Donald Trump”.

Retorno a la Doctrina Bréznev

Putin habría restaurado la Doctrina Brézhnev (también llamada doctrina de la soberanía limitada), doctrina que instauró que “Rusia tiene derecho a intervenir (incluso militarmente) en asuntos internos de los países de su área de influencia” y conjugando hábilmente la ayuda a minorías étnicas rusas oprimidas (Crimea, Ossetia. Akjasia) ,el chantaje energético, la amenaza nuclear disuasoria, la intervención militar quirúrgica, la desestabilización de gobiernos vecinos “non gratos” y el ahogamiento de la oposición política interna, procederá a situar bajo su órbita a la mayoría de los países desgajados de la extinta URSS integrados en la futura Unión Euro-Asiática como alternativa económica y militar al proyecto de Obama de crear una Asociación Transpacífico (TPP por sus siglas en inglés), pieza central de EEUU en su política de reafirmación del poder económico y militar en la región del Pacífico.

Asimismo, Putin estableció como prioridad tras su primer nombramiento como Presidente en el año 2000, la Modernización de las Fuerzas Armadas, Infraestructuras de Transporte y Energéticas y el Desarrollo de Nuevas Tecnologías,(aeroespacial; robótica; bio-medicina; bio-combustibles y nano-tecnología) aprovechando la exuberante liquidez proporcionada por los ingresos del petróleo y con un presupuesto hasta el 2020 que alcanzaría la cifra ionosférica de 410.000 millones de euros.

Conferencia de Ginebra y partición de Siria y Ucrania

La nueva geopolítica rusa en Oriente Próximo pasaría pues por un decidido apoyo al régimen sirio de Al-Assad y a Irán con el objetivo de fijar su posición como colaborador ineludible en la búsqueda de un acuerdo global para todo el Oriente PROME y consciente de que jugaba con ventaja ante la incapacidad de EE UU y sus aliados europeos de marcar la iniciativa en los conflictos de Oriente Medio y Próximo (Egipto, Siria, Palestina e Irán), Putin aprovechó la gran oportunidad que se le presentó de recuperar la influencia internacional que Rusia había perdido en los últimos años. Así, la jugada maestra de Putin convenciendo a Assad para que entregue todo su arsenal de armas químicas y el escaso apoyo internacional recibido por Obama para iniciar su operación militar contra Siria, forzará a las partes implicadas a una nueva Conferencia de Ginebra que levantará acta de la división “de facto” de Siria en tres partes (rememorando la Guerra de Laos  y los Acuerdos de Ginebra de 1.954 con Jruschov).

Así, tendremos la Siria alawita, protectorado ruso que abarcaría desde la costa mediterránea hasta Alepo, el Kurdistán sirio tutelado por EEUU y la zona sunita del sur sirio que se englobaría en el nuevo Sunistán sirio-iraquí. con lo que la crisis siria se limitaría de momento a una puesta en escena en la que los actores participantes usarán el escenario sirio como banco de pruebas para un posterior conflicto a gran escala que englobará a Israel y Egipto y que podría reeditar la Guerra de los Seis Días en el horizonte del próximo quinquenio. Como contrapartida, *asistiremos a la división de Ucrania en dos mitades casi simétricas y separadas por el meridiano 32 Este, quedando el Sur y Este del país (incluida Crimea) bajo la órbita rusa mientras el Centro y Oeste de la actual Ucrania navegarán tras la estela de la UE, episodio que significará
“de facto” el retorno al endemismo recurrente de la Guerra Fría Rusia-EEUU.

¿Nueva Guerra en Oriente Medio?

El Plan Biden-Gelb, aprobado por el Senado de EEUU en el 2007 y rechazado por Condolezza Rice, Secretaria de Estado con George W. Bush, preveía la instauración en Irak de un sistema federal con el fin de evitar el colapso en el país tras la retirada de las tropas estadounidenses y proponía separar Irak en entidades kurdas, chiíes y sunitas, bajo un gobierno federal en Bagdad encargado del cuidado de las fronteras y de la administración de los ingresos por el petróleo. Así, asistiremos a la aparición del Kurdistán Libre presidido por Masoud Barzani con capital en
Kirkust y que incluiría zonas anexionadas aprovechando el vacío de poder dejado por el Ejército iraquí como Sinkar o Rabia en la provincia de
Ninive, Kirkuk y Diyala así como todas las ciudades de etnia kurda de Siria (excepto Hasaka y Qamishli) ocupadas por la insurgencia kurda del BDP.

El nuevo Kurdistán contará con las bendiciones de EEUU y dispondrá de autonomía financiera al poseer el 20% de las explotaciones del total del crudo iraquí con la “conditio sine qua non” de abastecer a Turquía, Israel y Europa Oriental del petróleo kurdo a través del oleoducto de Kirkust que desemboca en el puerto turco de Ceyhan . De otra parte, el Sunistán con capital en Mosul y que abarcaría las ciudades suníes de Ramadi, Faluya, Mosul, Tal Afar y Baquba ( triángulo suní), con fuertes conexiones con Arabia Saudí y Emiratos Árabes y que derivará posteriormente hacia un radical movimiento panislamista que utilizará el arma del petróleo para estrangular las economías occidentales en el horizonte del próximo quinquenio. Finalmente, como tercera pata del trípode, tendríamos al Irak chíi con capital en Bagdad que ejercerá de contrapeso al wahabismo saudí y que gravitará en la órbita de influencia de Irán, lo que aunado con el previsible acuerdo iraní en el contencioso nuclear con EEUU, convertirá a Irán en gran potencia regional en clara pugna con Arabia Saudí e Israel.

Sin embargo, tras la aprobación por el Congreso y Senado de EEUU de una declaración preparada por el senador republicano Lindsey Graham y el democráta Robert Menéndez que señala con rotundidad que “si Israel se ve obligado a defenderse y emprender una acción (contra Irán), EEUU estará a su lado para apoyarlo de forma militar y diplomáticamente”, asistiremos al aumento de la presión del lobby pro-israelí de EEUU (AIPAC) para proceder a la desestabilización de Siria e Irán por métodos expeditivos en la etapa post-Obama.

Dicha guerra será un nuevo episodio local que se enmarcaría en el retorno al endemismo recurrente de la Guerra Fría EE.UU.-Rusia e involucrará a ambas superpotencias teniendo como colabores necesarios a las potencias regionales (Israel, Egipto, Arabia Saudí e Irán), abarcando el espacio geográfico que se extiende desde el arco mediterráneo (Libia , Siria y Líbano) hasta Yemen y Somalia y teniendo a Irak como epicentro (rememorando la Guerra de Vietnam con Lindon B. Johnson (1963-1.969). Dicho enfrentamiento será aprovechada por EE.UU., Gran Bretaña e Israel para proceder a rediseñar la cartografía del puzzle inconexo formado por dichos países y así lograr unas fronteras estratégicamente ventajosas para Israel, siguiendo el plan orquestado hace 60 años de forma conjunta por los gobiernos de Gran Bretaña, Estados Unidos e Israel y que contaría con el respaldo de los principales aliados occidentales (Gran Israel).


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Perfil del Bloguero
Analista económico y geopolítico, colabora habitualmente en varias publicaciones digitales e impresas españolas y latinoamericanas.
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